viernes, 22 de noviembre de 2013

La forma de mirar: fotografía contemplativa



¿Qué es la fotografía contemplativa? Es aprender a limpiar la lente de nuestra mente. Lo explica Koncha Pinós-Pey

 Las posibilidades de percepción en la vida son ilimitadas, y la visión clara de la mente es tan feliz como tú sientas. El arte es también ilimitado. La creatividad parece a veces como un regalo de las musas, como algo con los que algunos nacen o se las arreglan para tener. Pero ser un artista es algo accesible para todos. Todo surge de la naturaleza luminosa de la mente cuando estás abierto a la natural belleza del Universo. El arte no es algo que tenga que ser descubierto, no es algo que se desea o que se tiene. No es un recurso escaso que se acabe, ni se desgate con el uso. Las posibilidades creativas son infinitas. No es necesario ni siquiera tener fe en uno mismo; solo hay que experimentar y no apegarse al resultado.
Desgraciadamente, la mayor parte de nuestro día estamos lejos de ver claramente el potencial creativo de nuestro ser luminoso. En lugar de eso, nos quedamos atrapados en las cáscaras del diálogo interno y nos regodeamos en emotividades perturbadoras. Inmersos en pensamiento, en sueños, en proyecciones, fabricamos versiones personales del mundo y moramos en sueños como gusanos de seda en capullos de ilusión.
En lugar de apreciar las gotas del rocío helado y experimentarlas como son, soñamos con el rocío tropical en algún país misterioso. Nos machacamos diciéndonos: “No nos gusta este tiempo, ahora tendré que coger el coche”. No somos conscientes de esas corrientes de pensamiento, y es fácil que nos dejemos atrapar por el flujo de las perturbaciones, sin distinguir lo que pensamos de lo que somos.

Reflejo de nuestro estado de ánimo

La fotografía puede ser utilizada para ayudar a distinguir lo real de lo imaginado, ya que la cámara registra solo lo que vemos. No registra las perturbaciones o fabricaciones de la mente. Nos fijamos en el mundo que vemos, y creemos que sabemos lo que es, pero cuando cogemos una cámara estamos condicionados a ver, a esperar qué sale en la pantalla. Tenemos que aprender a no forzar nuestras creencias.
La fotografía contemplativa implica pensar las imágenes, un proceso de reflexión que se basa en un campo más profundo de conciencia, diferente al que tenemos de ver las cosas ordinariamente. Observar cuidadosamente, estar presente con algo en un espacio. Ese espacio creado por los pensamientos normalmente oscurece nuestra mente luminosa y nuestra conciencia.
La subjetividad de la lente se utiliza como un espejo para reflejar nuestro estado de ánimo.
Lo vemos cuando ya hemos disparado el obturador… en realidad… sentíamos esto.
Disparaste, imaginaste y captaste. Cuando una fotografía acaba reproduciendo fielmente lo que queríamos, hemos dado en el epicentro de la claridad de la mente. Cuando la percepción se oscurece por pensamientos negativos, por sombras o reflejos, es que estábamos distraídos y quizás estábamos imaginando que fotografiábamos, pero no lo hacíamos. Lo puedes saber al final por los resultados. Viendo claramente, tenemos imágenes claras y luminosas. Las fotos que no tienen visión profunda son penosas.

Aprender a meditar

¿Cómo puede la meditación ayudarte a tener imágenes luminosas? Cuando ves con claridad internamente podrías coger una cámara incluso siendo invidente y reproducir un buen resultado. Lo malo es simplemente una forma de agitación mental, una búsqueda egoíca de hacerse famoso. En su lugar te propongo que medites, viendo clara y nítidamente la creatividad de tu ser, y te conectes directamente; producirás imágenes que son equivalentes a lo que eres. Lo que resuena en tu interior no es más que la visión original que tiene eco en ti, y por tanto en la fotografía.
Creemos que las cosas son sólidas y duraderas, pero no duran más que un solo segundo. Y dentro del segundo hay muchos microsegundos. Nuestras experiencias están siempre en proceso de desintegración y transformación. Están en montaje. Como fotógrafos o artistas, conocemos muy bien este concepto. Estamos siempre trabajando con la luz, y la luz siempre esta cambiando. Los cambios de brillos, del día, de luminosidad, de color, de carácter, de textura. No solo el cambio de luz, sino cómo iluminamos cambia totalmente la escena. El arte está en los detalles.
Por extraño que nos parezca no es necesario aprender a hacer fotos para fotografiar; hay que aprender a meditar, para poder sentir cómo las fotos salen de los latidos de nuestro corazón. El arte es a menudo inaccesible porque está oculto detrás de nuestros miedos, de nuestra preocupación o resentimiento. El sol siembre brilla, incluso en el polo norte. El arte surge del estado natural de la mente creativa. Ese es el punto de la fotografía contemplativa; no es necesario aprender a hacer fotos, hay que aprender a limpiar la lente.
Cambiar tus fotos y cambiarás tu mundo.
Koncha Pinós-Pey
http://www.yogaenred.com/2013/01/16/la-forma-de-mirar-fotografia-contemplativa/

Atardecer de noviembre 5






Ana Cuéllar. 2013

Atardecer de noviembre 4





Ana Cuéllar. 2013

Atardecer de noviembre 3





Ana Cuéllar. 2013

Atardecer de noviembre 2


Ana Cuéllar. 2013

Atardecer de noviembre 1


Ana Cuéllar. 2013

Las tres etapas de la fotografía contemplativa

En una entrada anterior he escrito sobre este tipo de acercamiento a la fotografía. Ahora voy a describir de forma algo más detallada el proceso, haciendo referencia a los tres momentos o etapas que lo configuran. Por supuesto, no es la única forma de fotografiar. Tampoco es la que más me interesa, al menos en este momento. Pero creo que es una modalidad que a algunos os puede resultar interesante.



1. El flash perceptivo


Nuestra mente no para. Está continuamente activa pensando, recordando, dándole vueltas a nuestras preocupaciones y deseos. Paseamos por la calle o el campo y estamos tan orientados hacia nuestro mundo interior que apenas si prestamos atención a lo que nos rodea. Sin embargo, en algunas ocasiones el flujo de nuestros pensamientos se ve interrumpido por una imagen que irrumpe con fuerza en nuestros sentidos. El tiempo se para y nuestra atención se centra en ese reflejo en una ventana, o en esa fachada de fuertes colores, o en ese haz de luz que ilumina el rincón del jardín. No hay pensamientos, no hay conceptos, sólo pura experiencia perceptiva que se abre paso en nuestra mente. Nuestra mente y nuestro ojo se alinean por un momento.


Este flash de percepción es crucial en la fotografía contemplativa. Cuando sucede experimentamos una sensación de quietud y plenitud, de estar fijamente anclados a nuestra percepción. Ocurre repentinamente, nos sacude con fuerza y nos desconecta de lo que estábamos pensando para envolvernos con la riqueza y claridad de lo que hemos percibido. Sucede de forma natural, y no podemos hacer nada para fabricarlo deliberadamente, pero sí podemos tener una actitud receptiva y aprender a reconocer estos flashes.


2. Discernimiento visual


Tal vez no resulte demasiado complicado reconocerlos. Al fin y al cabo la percepción es algo natural para el ser humano, no se trata de algo que deba adquirirse tras años de entrenamiento y práctica. Podemos ver a un bebé completamente absorto en la contemplación de un móvil de colores intensos. Pero esa imagen percibida debe traducirse en una fotografía que recoja su esencia. Esta es la segunda etapa, el discernimiento visual, que quizá represente el aspecto más complicado de la fotografía contemplativa. Supone un puente entre la frescura y viveza de la percepción inicial y su expresión en una imagen fotográfica. Aunque pudiera parecer algo sencillo, todos hemos experimentado en alguna que otra ocasión la decepción que supone comprobar cómo la fotografía final no recoge fielmente lo que habíamos contemplado.


Y es que tras ese flash inicial viene la excitación que comienza cuando decidimos tomar la foto. Entonces empezamos a pensar en términos fotográficos, analizando cómo aplicar las reglas compositivas, cómo hacer una imagen equilibrada e impactante que sorprenda a nuestras amistades, cómo vamos a procesarla para darle más fuerza a esas nubes y hacer que parezca que en algún lugar están quemando neumáticos; o cómo vamos a suprimir esos elementos sobrantes que impiden que nuestra imagen sea el epítome del más moderno minimalismo. Es decir, vuelve el pensamiento analítico, y el flash intuitivo se disuelve como un azucarillo en ese mar intelectual de ideas y ocurrencias. Y claro, se rompió el hechizo. El fotógrafo contemplativo debe mantener la serenidad, tratar de resistir el impulso de echar mano a la cámara y buscar un nuevo ángulo o punto de vista más interesante. Debe relajarse y profundizar en esa percepción, analizando la imagen y tratado de encontrar las cualidades que le llamaron la atención: ¿fue el color naranja intenso de esa puerta? ¿quizá las texturas de esa vieja pared? No hay necesidad de añadir o suprimir nada para mejorar la imagen. Todo está ahí, sólo hay que recogerlo en el sensor. Como dijo Cartier-Bresson, “hay que pensar antes y después, nunca mientras tomas las fotografía”. Y es que la fotografía contemplativa es pura intuición.


3. Creando la imagen equivalente


La tercera etapa es la de construir una fotografía que resulte comparable a nuestra percepción. Si en las fases anteriores todo el trabajo correspondía a ojo y mente, ahora la cámara ha de entrar en acción. Habíamos tenido una percepción clara y viva y sin ningún tipo de filtro cognitivo, y conseguimos mantener esa imagen en nuestra mente de forma relajada y profundizado en sus cualidades visuales. Ahora llega el momento de poner nuestra técnica fotográfica al servicio de la foto que queremos producir: elegir el encuadre apropiado, la abertura correcta, la longitud focal...es decir, los parámetros que reflejen lo más fielmente posible la imagen percibida. No se trata de utilizar trucos que mejoren la imagen, si lo haces la fotografía perderá frescura, espontaneidad y vida, y ya no estarás ante un ejemplo de fotografía contemplativa.
Alfredo Oliva Delgado

http://www.canonistas.com/foros/general-fotografia/429097-tres-etapas-de-fotografia-contemplativa.html